Mis relatos: No hay distancias

¡Hola teteros!

Hoy tengo el placer de traeros una nueva sección del blog y otra vez un relato escrito por mí, pero esta vez lo he escrito yo íntegramente.

Este relato lo escribí para el grupo "Tintas Ocultas" donde los temas del relato eran romance y primavera. 

Intenté que esos dos temas estuvieran muy presentes en él.

Vosotros me diréis si lo conseguí o no 😊

Antes de empezar también quiero decir que yo solo soy una simple aficionada y que para nada puedo compararme con escritores profesionales, por lo que pido que perdonéis los errores que pueden haber de novata 😅

¡Vamos allá!

NO HAY DISTANCIAS

Hacía mucho tiempo que no volvía por aquí. Exactamente 12 años. Un día mis padres decidieron mudarse a Irlanda y continuar nuestra vida allí. Nadie me preguntó mi opinión, quizás fue porque tan solo era una niña de 6 años.

Pero ahora volvía a estar aquí y ya no me iría.

Una de las cosas que más he echado de menos ha sido este banco de piedra donde estoy sentada y la tranquilidad que me dan estas vistas mientras leo un buen libro bajo este sol.

Miro a mi alrededor y me encandilo con esos campos de amapolas rojas que se extienden más allá de dónde la vista me alcanza. A mi izquierda puedo ver las bonitas flores blancas y rosas de los almendros en flor. Una estampa idílica de primavera.

Cierro los ojos y me dejo llevar por los sonidos que me envuelven. Los zumbidos de las abejas sobre las flores y el canto de los pájaros me transportan a esos años en los que yo tan solo era una pequeña con dos trenzas rubias y un vestido manchado de hierba.

Solía venir hasta aquí para jugar con...

De repente noto que alguien se sienta a mi lado. Un chico moreno de ojos verdes me está mirando directamente.

• ¿No crees que este es el mejor lugar del pueblo? - me dice con una sonrisa brillante.
• ¿Nos conocemos? - pregunto un poco extrañada de su naturalidad.
• Dicen que es de mala educación responder con otra pregunta – contesta dirigiendo su mirada al horizonte.

Me quedo mirándolo unos instantes y finalmente decido irme a casa. No conozco a este chico de nada, a pesar de que sus ojos me resultan muy familiares. Me levanto del banco y echo a andar sin despedirme.

• Deberías cuidar tu manchita de la nariz. Ya sabes que no es bueno que le dé el sol.

Me quedo helada y freno en seco. ¿Cómo sabe él eso?

Mis padres siempre me han advertido sobre lo perjudicial que es el sol para la pequeña manchita que tengo en el lado derecho de la nariz. Solo ellos saben lo de mi mancha y el sol. Bueno, ellos y...

• ¿Hugo? - pregunto asombrada y emocionada a la vez.
• No volviste... - veo la tristeza en su mirada.
• Nos mudamos a Irlanda. Ya sabes que mi madre echaba de menos su tierra – sigo de pie enfrente de él.
• Veo que sigues siendo una amante de la lectura – dice mirando mi libro de Thomas Hardy.

Vuelvo a sentarme a su lado. Le miro con atención. Quiero ver a ese niño con el que lo compartía todo; los juguetes, las chuches y los primeros besos bajo aquel cerezo.

Ahora es un chico alto, con una espalda ancha y barba de tres días; pero ahí sigue estando la mirada de aquel niño ansioso por aprender y conocer. No puedo evitar emocionarme pensando en aquellos años cuando nuestra única preocupación era cómo escabullirnos para encontrarnos en este banco.

• ¿Has sido feliz? - me pregunta con un tono que no se descifrar muy bien.
• Bueno, en estos 12 años no he encontrado a nadie que comparta sus golosinas o que me cante el cura sana, culito de rana como lo hacías tú.
• Por aquí las cosas no han sido muy distintas – me dice con su sonrisa ladeada.

Quiero hacerle tantas preguntas. Ahora me doy cuenta de todo el tiempo que hemos perdido sin estar juntos.

Durante todos estos años lo he estado buscando en cada niño que se sentaba a mi lado en el cole, en cada niño con el que jugaba en el parque; pero ninguno era como él.

He pensado tantas veces en él, en como hubiera sido nuestra amistad si no nos hubiéramos mudado.

También he pensado mucho en aquellos besos de niños que nos dábamos en este banco pero que incubaban unos sentimientos que crecerían con el tiempo.

• Aquel día te esperé hasta muy tarde – siento como su mente viaja al día de mi partida.
• Lloré durante todo el camino. No me dejaron devolverte tu canica de la suerte. - Mis ojos empiezan a humedecerse.

Entonces Hugo me envuelve en sus brazos y dejo salir todo ese dolor, todos esos años que nos robaron. Me abraza fuerte, como si quisiera robarme toda la pena que llevo dentro.

Y entonces escucho susurrar en mi oído “cura sana, cura sana, culito de rana”.

No puedo evitar sonreir; Hugo siempre consigue que los malos momentos se desvanezcan.

• Veo que mi cura sigue funcionando – me dice sonriendo. ¡Cuánto he echado de menos esa sonrisa!

Me levanto y lo miro invitándolo a seguirme. Coge la mano que tengo extendida hacia el y se deja guiar. Caminamos unos metros entre las rojas amapolas y llegamos a un claro. Me tumbo en el suelo verde y tiro de él para que también lo haga. Cuando lo hace, apoyo mi cabeza en su hombro y paso mi brazo por su pecho.

Tenemos tantas cosas por contarnos que no sabemos por donde empezar.

Al parecer, terminó la secundaria y ahora se dedica a ayudar en la carpintería de su padre. Yo le cuento que terminé el bachillerato y que escapé de allí en cuanto cumplí los 18 años. No veía el día de volver al pueblo y terminar en una ciudad cercana mis estudios.

También nos ponemos al día sobre las relaciones que hemos tenido y me alegro bastante cuando me cuenta que nadie ha sabido llenar su corazón. La ilusión empieza a formarse dentro de mí.

Estamos un buen rato hablando cuando noto que su voz cambia.

Lo miro a la cara y veo que su expresión ha cambiado.

• Dime que no vas a volver a irte – me dice con una expresión ansiosa mientras me mira muy fijamente a los ojos.
• Ya me separaron de ti una vez, no va a haber una segunda – le contesto convencida.

La felicidad llega a sus ojos y me vuelve a abrazar. Me aprieta muy fuerte, como si no quisiera dejarme marchar nunca más.

Se separa ligeramente y me mira. Sus ojos me lo confiesan todo.

Y entonces se acerca lentamente a mis labios y me besa. Es un beso suave y con sabor a menta.

Un beso que empieza con timidez pero que poco a poco deja que nuestros sentimientos vean la luz.

Nos separamos poco a poco y nos miramos a los ojos. No hay palabras pero no hacen falta. Los dos sabemos que nunca volveremos a separarnos.

Bueno, espero que os haya gustado, ya que lo escribí con toda mi ilusión 😊

Nos leemos 😘

¿QUÉ TE HA PARECIDO? ¿CREES QUE CONTIENE LOS TEMAS DE ROMANCE Y PRIMAVERA? 

Dímelo en los comentarios 😉